La laja de los juncales

LA LAJA DE LOS JUNCALES (ALGODONALES)

Desde el puente de la  Nava (Algodonales) hasta la Junta de los Ríos de la Toleta (Puerto Serrano) el Guadalete se encaja entre cerros pertenecientes a sierras locales (Vaquera, Nava, Espuela y Líjar) de poca altura pero suficientes para producir laderas de 250 a más de 400 m de desnivel, presentando un gran atractivo para el senderista curioso por su inaccesibilidad y desconocimiento. Es prácticamente imposible recorrer el río al completo por cualquiera de sus márgenes por lo que para entenderlo mejor debemos aproximarnos a las vegas o llanuras de inundación que forman sus meandros o asomarnos a los múltiples miradores que proporcionan los cerros aledaños y sus laderas. En esta entrada presentamos la visita realizada, junto a José Manuel Amarillo (Naturaleza, Sitios y Gentes) y otros senderistas, desde el cortijo de Los Juncales hasta encontrar un mirador sobre una de las grandes lajas que se desploman desde Las Rozas (642 m) hasta el valle del Guadalete (200 m). Vetas calizas o margocalizas que afloran entre los componentes más blandos que forman el cerro de Los Juncales.
Recomendamos visitar también nuestra entrada sobre la Primera Angostura del Guadalete en la Nava.
Fecha de realización de la ruta: Abril de 2013.


Aparcamos los coches frente a un gran caserío que aparece en los mapas como Los Juncales, siendo este uno de los topónimos que más se repite en la zona. Llegamos al lugar por la carretera local (A-8126) que une la A-384, en las cercanías de Algodonales, con Coripe, pasado el kilómetro 28.


Esta es la cancela que da acceso a la zona y ese el cerro de El Juncal (634 m). Un sendero bien marcado al principio, que poco a poco casi desaparece hasta confundirse con senderos de cabras, nos conduce al lugar por la ladera izquierda del cerro. Lógicamente se trata de una propiedad privada por lo que deberíamos contar con permiso. Es coto de caza y hay mucha cartuchería, ¡evitar los días permitido de caza!


La ladera del cerro presenta una fuerte erosión en muchos tramos; sobre ella se defiende un olivar muy degradado y posiblemente abandonado. En las vaguadas, arroyadas y zonas llanas se incrementan los pies vegetales: encinas, algarrobos, madroños…


Cuando hemos avanzado 1,4 km encontramos la tierra rojiza empapada y pequeños surcos por los que discurren hilillos de agua. Provienen de un manantial que surge bajo las raíces de un árbol. Seguramente es un nacimiento muy ocasional que ha aparecido este año tras las acusadas lluvias de marzo.


El sendero que vamos siguiendo y que aparece trazado en algunos mapas nos lleva a una colina desde la que inspeccionamos el lugar buscando la gran laja. Desde allí localizamos un verde cordón, profusamente tapizado de arbustos que baja desde lo alto del cerro. Siguiendo un sendero de cazadores cruzamos el torrente por este lugar. Realmente es otro nacimiento  que corre por un arroyo estacional.


A nuestra izquierda, y en la ladera de otra pequeña colina, localizamos un humedal que al regreso visitaremos. Sobre ese mismo altozano se intuye una construcción en ruinas no visible en la foto.


Buscando la laja nos asomamos en varias ocasiones al valle del Guadalete. Lo encontramos encajado entre nuestra propia ladera y el cerro Peña Gorda (469 m). El corto valle de la izquierda lo forma la unión del arroyo del Boquino y el de las Toscas. En nuestra web de fichas se puede localizar una ruta que nos lleva desde La Nava hasta otro mirador sobre el Guadalete que llamamos, por el arroyo, de las Toscas. (Cordel deMorón-Mirador de las Toscas).


Entre madroños, acebuches, lentisco y otros arbustos menores localizamos el cauce del Guadalete. Como presumíamos invadido por la vegetación de ribera.


Tras algunas dudas y estudios de las referencias que traía José Manuel Amarillo de su reciente visita a la ladera contraria localizamos una afloración rocosa que podría ser el extremo superior de la gran laja.


Los primeros en llegar así lo confirman: se trata, a primera vista, de dos grandes losas entre las que se forma una zona de umbría. Ambas desciendes tapizadas de vegetación entre sus numerosas irregularidades hasta las proximidades del río.


Los compañeros senderistas (Pepe, Ernesto y José Manuel) se vuelven desde la misma cornisa ante la petición del fotógrafo, aprobando además la denominación de “Mirador de la Laja”.


Una vez en el borde del gran pretil nos asomamos para fotografiar su impresionante caída que roza la verticalidad en algunos tramos.


Visto nuestro mirador desde enfrente (vaguada entre los cerros de Cueva Morenay del  Cincho), se aprecia perfectamente la gran losa rocosa hexagonal ligeramente revestida de verdor. El círculo se corresponde con nuestra situación (Mirador de la Laja). Fotografía cedida por José Manuel Amarillo.


Aprovechamos para fotografiar los cerros que tenemos enfrente. Este sería el cerro del Cincho (529 m). Trazada en su ladera una gran herida por la que discurre un amplio carril que nos lleva por un lado al Llano de Palas (izq.) y por el otro a la Toleta y Junta de los Ríos. Por la parte superior del cerro está el límite de términos entre Algodonales y Puerto Serrano.


Acercamos con el zoom la gran mancha roja, posible posadero de buitres y zona de anidada.


A  nuestra derecha continúa encajado el Guadalete, ahora entre los cerros del Cincho y Morisco, al fondo sierra Vaquera. Unos días después visitamos esa zona e hicimos una fotografía (imagen siguiente) desde el lugar que señalamos.


Mirador de la Laja (M) visto desde la ladera de sierra Vaquera. Contorneado el perímetro aproximado de la Laja.



Con más zoom podemos apreciar incluso los dos miradores comentados. Para pasar de uno a otro hay que introducirse en una umbría y cierto cuidado por la inclinación.


Acercamos la lejana imagen del cauce donde nos llama la atención un gran fresno y una posible mimbrera o sauce.


Frente a nosotros y en continuidad con el cerro Peña Gorda aparece el cerro de Cueva Morena (452 m), lugar de nombre atractivo y que invita a visitar;  a la izquierda de la cabeza del compañero (sombra) debe formarse una interesante chorrera.


El punto culminante de la gran veta rocosa es el mirador que hemos llamado de La Laja, visto desde otra gran losa inclinada a la que también nos acercamos.


Sería este otro balcón sobre el que se sitúan los compañeros senderistas. Desde aquí retomamos el camino buscando la casa que vimos antes, ya que nos encontramos bastante cerca.


Localizamos pronto la casa del Juncal sobre un último promontorio anterior a las caídas finales sobre el Guadalete. Una gran encina debió proporcionar agradable sombra a sus moradores.
(Un familiar de alguien que vivió en la zona nos la identifica como la cabreriza Vieja)


Visitamos el sosegado y agradable lugar. En la trasera de la casa en ruinas aparece el horno, también muy deteriorado.


La misma pared de la imagen preliminar, vista ahora desde el interior, deja ver el trazado de una chimenea en conexión con el hogar del horno de pan.


Aunque pocos lugares podían ser aptos para el cultivo de cereales en un lugar como este, dominado por la fuerte pendiente, la presencia de una era nos indica que por pequeño que fuera, cualquier lugar más o menos horizontal fue aprovechado para cultivar y transformar los preciados cereales en pan y alimento para las bestias.


La zona encharcada que localizamos antes es producida por un nacimiento que se encauza en un par de arroyadas para verter al mismo torrente que cruzamos previamente. La vegetación existente parece indicar cierta permanencia de la humedad. Catalogada por J.M. Amarillo en “Conoce tus Fuentes” como fuente del Juncal.


Lugar concreto del nacimiento, al que acuden a beber vacas y aves del entorno.

Una vez localizadas las grandes lajas y visitado el caserío del Juncal retomamos el sendero para volver a los coches, no sin antes quedar localizados algunos lugares de este apartado y poco visitado lugar por los senderistas, no así por esparragueros y cazadores a la vista de esparragueras y cartuchos por doquier.


El perfil pertenece a la ruta de ida y vuelta

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