VISITA AL CASTILLO DE CARDELA O DE FÁTIMA. UBRIQUE
Partiendo
desde Ubrique por una carretera local, que en algún tramo coincide con
una vía pecuaria y que circula paralela al río Ubrique, nos acercamos al
castillo de Cardela o de Fátima, visitamos algunos vestigios del
poblado cercano y aprovechamos para conocer un par de fuentes, la laguna
y otros interesantes lugares. Para acceder al castillo es
imprescindible contar con permiso de la propiedad. Aunque partimos de la
cancela privada, antes de entrar nos acercamos a visitar la fuente y el
pilón de Fátima.
Datos: 4,5 km (Ida) / Unas 2:30 horas (Ida) / 17-Abril-2013 /Desnivel acumulado: 263 m.
El pilón de Fátima
está en una de las laderas del cerro, cerca del Castillo árabe y la
antigua villa de Cardela. Se encuentra en una zona muy húmeda, en la que
hay varias fuentes cercanas.
Fuente de Fátima.
Es un nacimiento cercano al pilón anterior, restaurada en 1998; se
compone de un pilón de mampostería con varios caños y los dueños de la
finca han construido una pequeña alberca de recreo que recoge una parte
del agua y un abrevadero para el ganado. Es una de las fuentes más
importantes de la zona.
Una vez visitadas
las fuentes volvemos sobre nuestros pasos y accedemos al carril privado
que da paso al castillo. Pronto aparece en el horizonte SE el cerro
Mulera (535 m) por la ladera de La Fresneda. El hecho de no pertenecer
ni al Parque Natural de Grazalema ni al de los Alcornocales, le ha
privado de la protección que sería deseable, lo que ha permitido la
proliferación de construcciones en sus laderas.
Desembocadura del
río Ubrique en el embalse de los Hurones. Aunque el único enlace visual
se establecía con la fortaleza de Matrera (la orografía circundante le
impide conectar con Aznalmara, Arcos, Ronda Olvera…), el castillo
dominaba parte del valle del Majaceite y los llanos del Guadalete,
ambas, vías principales de penetración cristiana hacia territorio
nazarí.
El grupo, ese día
muy numeroso por estar integrado por El Tercer Tiempo más los amigos de
Ubrique, a los pies del gran crestón calizo sobre el que se asienta la
fortaleza de Cardela.
Siguiendo la
colada del arroyo de los Cidrones (en muchos mapas aparece como Lidrones
de forma errónea) llegamos al mismo borde de la falla que ha provocado
estos enormes farallones que alcanzan los 150 m de caída en el flanco
sudoriental.
El buitre nos observa desde uno de los muchos posaderos.
Pronto llegamos
al collado que da acceso al poblado y la fortaleza. Es el único paso
natural practicable, siendo el resto de muy difícil acceso. Abandonamos
la colada, torcemos a nuestra izquierda y encontramos una zona llana con
bastantes restos de corraletas y caseríos en ruinas. Anexo a una de
esas construcciones, el imprescindible horno.
En la zona del
collado, encontramos la hermosa laguna de Fátima, situada entre una de
las laderas de la sierra homónima y el cerro del Torero. Se trata de un
"perezoso" que se seca en verano; a su alrededor, varias fuentes: la de
Fátima y la del Torero (o del Torerito) entre otras.
En épocas lluviosas la laguna es muy extensa, llegando a tener más de cincuenta metros de diámetro.
Las ranitas de de San Antón son muy abundantes en la laguna.
Todo indica que
en esta zona llana, entre el cerro del Torero y el promontorio de
Cardela, hubo un intenso cultivo de cereales. El grupo sale de la amplia
era camino de Fátima.
Nos introducimos
en el encinar que vemos en la foto anterior y siguiendo una vereda
llegamos a los primeros vestigios del poblado de Cardela. Los muros de
la villa son muy toscos y se han conservado artificialmente,
aprovechados como apriscos para el ganado.
La naturaleza nos impresiona una y otra vez y nos evoca las enormes dificultades de la guerra fronteriza en nuestra sierra.
El blanco manto floral de ombligueras (Omphalodes commutata) suaviza y dulcifica la dureza del relieve.
La primera
impresión trasluce lo inhabitable del recinto fortificado, más orientado
a dar cobijo a la población de la villa en caso de ataque que a
soportar un asedio prolongado. Poco sabemos de sus orígenes. Debió
formar parte de los dominios de Omar Ben Hafsum (m.918) durante la gran
sublevación mudéjar. El Rawd al Qirtas la cita en 1293 y las crónicas
cristianas a partir de 1313.
En 1472, don
Rodrigo Ponce de León la conquista valiéndose del ardid de presentar
batalla en la zona que da a la villa mientras un grupo de hombres
capitaneados por su hermano Manuel, entraba por sorpresa por un
“postigo” secreto abierto a espaldas de la fortaleza. Al año siguiente,
Cardela se perderá en el contexto de las luchas nobiliarias de la época,
siendo reconquistada definitivamente a la caída de Ronda en 1485 para
integrarse en el señorío de las Siete Villas de la Sierra. Por entonces,
se despuebla e inicia su proceso de ruina.
Batalla de
Cardela y prisión del Rey de Algeciras por los Caballeros de Jerez, S.
XIV-XV (Copia de un fresco de la antigua Casa Capitular, S. XVII-XVIII.
Biblioteca Municipal de Jerez). Se ven anotaciones como “Villa De Cardela” y “RIO MAJA A ÇEITE”.
Primera puerta de
la fortaleza, cuya muralla se adapta a las irregularidades del terreno a
lo largo de unos 125 metros. Después, una segunda entrada, cubos y una
torre poligonal de defensa que dominaba el acceso.
Ya en lo alto vemos el lugar por donde hemos entrado.
Perspectiva aérea imaginaria desde el ENE levantada por Alfonso Hurtado. “El
elemento fundamental que mediatiza la estructura arquitectónica del
hisn es la perfecta adaptación al enriscamiento donde se asienta,
circunstancia ésta común a todos los castillos de la Serranía; pero en
Cardela la orogenia representa un papel tan fundamental que se puede
decir sin exageración que la fortaleza es el mismo roquedal en sí, al
que se han añadido las obras indispensables para hacerlo inexpugnable”. (El castillo de Cardela en Ubrique-Rodrigo Valdecantos).
Croquis general de planta (El castillo de Cardela en Ubrique. Rodrigo Valdecanto).
La torre
albarrana, unida al resto de la fortaleza mediante una coracha, hoy
deteriorada y con paso arriesgado sobre el vacío. Al no existir torre
del homenaje, es posible que por esta zona estuviera el acceso
(“postigo”) por el que penetraron los primeros conquistadores.
Derrumbe en la ventana de la torre albarrana de vigilancia.
El Grupo, haciendo equilibrios de vuelta al núcleo de la fortaleza.
Imagen poco usual
de un Ubrique que se alarga desde el Salto de la Mora hasta la Garganta
de Barrida. Tras él sobresale, a la izquierda, el pequeño macizo que
forman los cerros Atochar, Saltillo y Chaparral, a su derecha la sierra
de Ubrique donde se encuentra el pico del Gamón (1109 m), toda la zona
del Algarrobal y sus aljibes y cae hacia Garciago y Puerto Tirado.
Abusando de zoom
acercamos al lejano peñón del Berrueco (902 m). La zona verde que
asciende ladera arriba nos señala la senda más fácil y habitual para
subirlo.
A siete
kilómetros en línea recta y a un poco de más altura que nosotros aparece
Benaocaz, enclavada en un marco inmensurable. Bajo el pueblo el valle
que forma el arroyo Seco camino de Ubrique, más o menos paralelo a la
Calzada Romana. Por encima el horizonte se llena de topónimos que hacen
las delicias del senderista: Jauletas, Pajaruco, Las Mesas, Fardela,
Endrinal y por fin el gran Caíllo.
Bajo uno de los
lienzo de la muralla crece una importante población de ombliguera
(Omphalodes commutata), endemismo de las sierras calizas.
Detalle de la flor de la ombliguera.
Los dos aljibes
situados en la cota máxima del cerro, uno de 20.000 y otro de 3.000
litros, éste último probablemente destinado a abrevadero de animales.
Ambos son de planta cuadrangular y comparten uno de sus lados menores.
“...con curiosa cubierta a dos aguas longitudinal al eje mayor, los
trasdós rellenos de hormigón, presentando la cubierta al exterior la
superficie plana” (Rodrigo Valdecantos).
El aljibe debía
rellenarse por una abertura cenital, hoy desaparecida, con agua traída a
lomo de caballerías desde alguno de los cercanos manantiales.
Tras la visita los visitantes se reagrupan en una de las praderas.
Bajando hacia la cancela de entrada localizamos gran cantidad de buitres.
Encantados de la
visita y agradecidos a nuestro guía Francisco Cabello, de Ubrique, nos
despedimos del lugar con esta última vista del gran peñasco que alojó a
Cardela. Apenas podemos distinguir en la crestería algún vestigio de lo
que fue el castillo.
Track de la ruta sobre mapa de Topohispania.
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