Sendero Punta del Boquerón, Playa de Camposoto y Salinas Tres Amigos
Fecha: 26 Febrero 2017
Distancia: 7,59 Km ( primera etapa) y 7,25 Km (segunda etapa)
Tiempo: 2,15 Horas (Punta del Boquerón) y 2,50 Horas Playa y Salinas
Circulares ambas
Altura máxma 9 mt.
Nos dirigiremos en coche hasta la playa de Camposoto y aparcaremos al final de la carretera. Allí comenzamos la primera parte de la ruta de 7,6 km por el Sendero Punta del Boquerón.
A lo largo de este cómodo paseo por la playa del Castillo descubriremos que andamos por el extremo de una barra arenosa, la Punta del Boquerón. A través de él conoceremos dos ecosistemas muy diferentes entre sí pero que conviven en estrecho contacto: las dunas y las marismas.
Entre pasarelas de madera nos adentramos en un sistema dunar a la derecha y las marismas a la izquierda.
No tardamos en encontrar entre una espesa vegetación las ruinas de la Batería de Urrutia, que formaba parte de la línea defensiva de la isla de León (actual San Fernando) que por su parte derecha, concretamente por el Caño de Sancti Petri, pretendía controlar el camino de Chiclana y cualquier penetración por mar que los enemigos pudieran planear.
La Batería de Urrutia fue construida durante el siglo XVIII tras la llegada del Duque de Alburquerque a la Ciudad, para defender la entrada a San Fernando desde el mar por el Caño de Sancti Petri, junto a la existente y desaparecida situada en el actual poblado de Sancti Petri. El nombre de la batería se debe al general José de Urrutia, que fue Ingeniero General del Ejército Español, cargo desde el que dio vida al Cuerpo de Ingenieros militares.
La Batería jugó un papel decisivo en el retorno de la monarquía absolutista a España tras el periodo conocido como trienio liberal. En 1823 la Guarnición de la Batería, formada por el Regimiento San Marcial, a la sazón uno de los mas potentes de la zona de la Bahía, se sublevó y entregó la posición apoyando al Duque de Angulema que al mando de los Cien Mil Hijos de San Luis trataba de volver a sentar en el trono al rey Fernando VII.
Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español. En el año 1993 la Junta de Andalucía otorgó reconocimiento especial a los castillos de la Comunidad Autónoma de Andalucía.
Perfilando lo que es la lengua arenosa, a la izquierda, podemos divisar Chiclana y más concretamente el puerto de Sancti Petri, nos separa el caño que lleva su mismo nombre.
Es en esta parte donde encontraremos las dunas más altas de este trayecto.
Cuando has visitado Sancti Petri y has mirado al frente y ves la punta del boquerón, nunca podrías imaginar ese paisaje silvestre e inigualable lleno de historia y alto valor ecológico.
Foto de rigor del grupo
Foto bajada de internet
La vuelta la hacemos por la orilla de la playa, que como ya comentamos disfrutábamos de una gran bajamar.
Parada forzada para echarnos las oportunas fotos en el Bunker Nº.2.
Este Bunker, al igual que el Nº.1, fué construido durante la guerra Civil Española para proteger la zona franquista de un posible ataque Republicano. También se utilizó durante la postguerra ante el temor de una posible invasión aliada.
Su estado es de ruina consolidada, deteriorándose lentamente. El paso del tiempo, con la ayuda del mar, han provocado serias grietas en el Búnker.
Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
Foto del interior hecha por uno de los huecos de ametralladora
Seguimos por la orilla de la playa con dirección a los aparcamientos donde nos vamos a dirigir al Centro de Visitantes Parque Natural Bahia de Cádiz, donde primero tomaremos un buen tentenpié, después visitaremos dicho Centro.
El compañero Román tomando una infusión
Centro de Visitantes Parque Natural Bahia de Cádiz
Después de saborear la buena tortilla española, el buen queso y buen vino tinto, nos adentramos en el edificio donde primero, en la sala preshow, contemplamos un video explicativo sobre el entorno que estamos visitando.
Después, Visitamos la sala donde en moquetas, podemos hacernos una idea exacta del movimiento dunar, las aves del entorno, la fauna y flora.
Luego nos dirigimos (a 1,5 km) en coche de nuevo, hasta un aparcamiento en el acceso a la ruta de Salinas Tres Amigos.
El paisaje asociado a las salinas, laberintos de caños, esteros y muros, es fruto del uso efectuado por el hombre desde la antigüedad sobre la marismas que le dan singularidad al paisaje y reflejan fielmente la cultura y la economía de la bahía. La industria salinera gaditana fue una de las actividades económicas más importantes y emblemáticas de la Bahía de Cádiz, llegando a existir más de 140 salinas hasta mediados del s. XX nos han dejado un legado de elevado interés etnográfico ya que alberga los últimos vestigios de la cultura salinera, casas y edificaciones ligadas a la explotación salinera, las propias salinas y los molinos de marea como el de río Arillo, uno de los 19 que albergó la bahía, con sus doce piedras, se constituye como el mejor exponente de su esta tecnología y se encuentra incluido en el Catalogo General del Patrimonio Histórico Andaluz.
Mariscador
A lo largo del último tramo de esta parte del sendero y antes de llegar a la casa salinera, podemos ver a la derecha los cristalizadores de las salinas (6), mientras que a la izquierda corre el Río Arillo. En la actualidad el río Arillo, límite natural entre los términos municipales de San Fernando y Cádiz, es un canal más de la marisma, cerrado por el avance de las arenas de la Playa de Torregorda, pero en la antigüedad conectaba el interior de la Bahía de Cádiz con la mar.
En la otra orilla vemos molino mareal de Río Arillo (8) , un ingenio hidráulico que aprovechaba una energía barata, inagotable y natural: las mareas. El movimiento del agua durante las subidas y bajadas del nivel de las mareas movía las grandes piedras que molían el trigo. La Bahía de Cádiz llegó a contar, a finales del siglo XIX, con más de una docena de estos molinos que producían toneladas de harina. De ellos, éste de Río Arillo, con sus doce piedras para la molienda, era uno de los más grandes de la Península Ibérica. Con la llegada de la energía eléctrica, este tipo de construcciones cayó en el desuso y con él, en el abandono. ¡Cuantos sistemas de energía natural hemos dejado atrás!
Volviendo a la bifurcación que dejamos atrás y tomando el camino de la derecha, nos internamos en las marismas. Pocas se conservan en estado natural, aunque aún podemos observar la Hora que en ellas crece a pesar de unas condiciones extremas de salinidad. Las plantas se van a distribuir según la influencia de las mareas. En la zona más baja, casi siempre inundada, encontramos fanerógamas como la zostera y el alga lechugueta... ¡sí, esa que no tiene un aspecto muy distinto a la que nos comemos en las ensaladas! Conforme nos vamos alejando, la pleamar va quedando más lejos: espartinas y sapinos son los principales habitantes. Ya fuera de la influencia del mar, en la marisma alta, la salinidad es muy grande debido a la fuerza del sol, pero las plantas se las han ingeniado para sobrevivir excretando sal o reteniendo la escasa agua dulce. Son verdolagas, saldillos, brezos de mar y el jopo, parásita de raíces, sólo visible en primavera cuando florece en bellas espigas amarillas.
Pero la marisma esconde mucha más vida, los crustáceos como el camarón y el cangrejo y los peces como la dorada o el boquerón, también viven aquí. Base de la gastronomía gaditana, muchas de las marismas y salinas se transformaron en explotaciones acuícolas para obtener tan preciados manjares.
Parada en el avistamiento de aves
Atravesando las marismas, llegamos a unos observatorios (10) que la Consejería de Medio Ambiente ha dispuesto para la observación de aves. Sea cuidadoso y evite asustarlas. Unos buenos prismáticos y una buena guía de aves se hacen indispensables, sobre todo en otoño, cuando la Bahía se convierte en lugar de paso para miles de aves en su viaje a África. Nos internamos en el diverso mundo de las aves limícolas, aquellas que comen los pequeños invertebrados que viven entre el fango de la marisma. Observe cómo sus picos son alargados y finos, algunos de ellos incluso curvados, para poder llegar mejor a su alimento. Son, entre otras muchas, cigüeñuelas, con su aspecto de cigüeña pequeña, los correlimos, con su divertido correteo por la arena, avocetas y espátulas... y es que la Bahía de Cádiz supone un lugar de máxima importancia para las aves, ¡se alcanza la cifra de 70.000 aves en una misma invernada!
Flamencos rosados
Serpenteando entre lagunas, nos dirigimos al aparcamiento donde dejamos los vehículos y damos por terminada esta preciosa ruta que sin duda al estar tan cerca de nosotros, dábamos por descartado el esplendor de este precioso contorno. MUY RECOMENDABLE PARA AQUELLOS QUE NO LO HAN VISITADO.
LLegada al punto de salida
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